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El Motor De La Tecnología

A diferencia del resto de los animales, los humanos somos seres tecnológicos. Las distintas innovaciones que se han sucedido a lo largo de la historia nos modificaron y han ido modelando nuestra cultura, nuestras creencias y nuestro estilo de vida. Hoy, la tecnología ha convertido el mundo en una experiencia globalizada y se ha transformado en uno de los principales motores para el desarrollo de las nuevas modalidades de trabajo móviles, flexibles, colaborativas, y de nuevas tendencias en espacios de oficinas

Solemos asociar la noción de tecnología con la vanguardia y el futuro –viajes espaciales, ingeniería genética, computación cuántica– pero la actividad tecnológica, esa acumulación de experiencias, conocimiento y técnicas utilizadas para lograr algún objetivo valioso, es tan antigua como la humanidad. La mayor parte de los objetos cotidianos son productos tecnológicos: los libros, la ropa o los cubiertos no han existido siempre; surgieron a partir de una invención que en su momento fue tecnología de punta.

La innovación tecnológica no nace de la nada sino que suele tener una enorme deuda con nuestros predecesores: se apoya en sus logros, y la transmisión de estos conocimientos a la siguiente generación, hace que la cultura humana pueda seguir evolucionando sin empezar cada vez desde cero.  De esta forma, a medida que pasa el tiempo, el proceso se acelera[1]. Esto requiere la capacidad de transmitir el conocimiento de un individuo a otro o de una generación a la siguiente, hasta que alguien introduce una nueva idea para mejorarlo.

Hasta hace unos 200 años, el desarrollo tecnológico progresó de manera lineal y local. Sin embargo, en los últimos tiempos esta evolución se ha vuelto global y exponencial. Hoy el mundo se redujo a una experiencia interconectada y nunca antes el ritmo de la innovación se aceleró tanto, inundando nuestras vidas con nuevas tecnologías y nuevos estilos de vivir, relacionarnos y trabajar.

Una historia de 2,5 millones de años

La historia de la tecnología comienza sin prisa pero sin pausa hace 2,5 millones de años, cuando los primeros cazadores recolectores crearon hachas afilando piedras para cazar o cortar. Más tarde utilizaron madera y huesos para construir herramientas para pescar y pieles para abrigarse. Recién dos millones de años después aprendieron a manejar el fuego, lo cual significó una enorme mejora en las condiciones de vida: calor, luz y la posibilidad de ampliar la dieta.

Muchísimo tiempo después, hace tan solo 10.000 años, la Revolución Neolítica introdujo una transformación radical en la historia de la humanidad: la agricultura y la domesticación de animales, las que a su vez dieron origen a los primeros asentamientos permanentes. La rueda hizo su aparición en la historia alrededor del año 3.500 a.C. favoreciendo, unos miles de años más tarde, el surgimiento de los primeros transportes tirados por animales.

La escritura, una de las grandes innovaciones tecnológicas de la humanidad, surge en Mesopotamia hace alrededor de 3.000 años. No solo marcó la frontera entre la prehistoria y la historia; también hizo posible la recopilación y la transmisión del conocimiento. La invención de la imprenta a mediados del siglo XV –el siglo de las innovaciones– permitió la divulgación de ese conocimiento antes reservado solo a grupos selectos y sentó las bases de la sociedad de la información.

Con la Primera Revolución Industrial en el siglo XVIII, llega la máquina a vapor y la curva de la innovación tecnológica se empieza a acelerar. La sociedad experimenta una gran transformación, la más importante desde el Neolítico. Los campesinos abandonan el  campo y se trasladan a las ciudades para trabajar en las fábricas transformando un mundo que era esencialmente rural en una sociedad urbana.

Durante la Segunda Revolución Industrial, comprendida entre la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, la velocidad de los cambios tecnológicos sufre una notoria aceleración. La electricidad cataliza la llegada de nuevas tecnologías y cambia profundamente tanto la producción de bienes como la estructura social. El uso intensivo del petróleo dará un enorme impulso a la evolución de los medios de transporte: el automóvil, el ferrocarril, los barcos, el metro y el avión.

Con la llegada a escena de los transistores a mediados del siglo XX se sientan las bases de la Tercera Revolución Industrial, la cual marcó el comienzo de la era digital y la tecnología de la información, dando nacimiento a la computadora personal junto a una variedad de dispositivos electrónicos. El nacimiento de Internet, la telefonía móvil, las redes inalámbricas y toda una colección de herramientas destinadas al tratamiento y el acceso a la información impulsaron el desarrollo global y el avance de la automatización produciendo grandes cambios en la estructura económica, social y cultural de todo el planeta.

Pero mientras que hasta hace una década la automatización se limitaba a las tareas repetitivas, hoy existen sistemas capaces de sustituir el trabajo de las personas dentro de una amplia gama de ocupaciones no rutinarias. En poco tiempo, grandes áreas de la actividad humana aprovecharán los recursos que brindan Internet, las tecnologías digitales y las ciencias cuánticas para avanzar aún más hacia la autonomía de los sistemas inteligentes.

Internet de las cosas, la nube y big data

El crecimiento explosivo de la conectividad con la que actualmente cuentan todos nuestros dispositivos nos está llevando a una nueva era de comunicación ubicua que ha cambiado la forma en la que vivimos y trabajamos.

Dentro de poco, cada una de las cosas con las que habitualmente interactuamos –desde la indumentaria, los electrodomésticos, la infraestructura urbana y el equipamiento médico hasta los sensores de temperatura de la oficina y el teléfono móvil–, todo estará enviando y recibiendo datos dentro de una inmensa red, ‘Internet de las Cosas’, los cuales se procesarán en ‘La Nube’ para generar mejores capacidades, comportamientos y experiencias. Ni los edificios ni los entornos de trabajo estarán ajenos a esta nueva realidad.

Pero este revolucionario concepto no solo apunta a la recolección de datos sino también al análisis y uso de esos datos. Y hoy, nuestro mundo está colmado de datos. Actualmente hay más de 19.000 millones de dispositivos conectados a Internet[2], más de 5.000 millones de usuarios móviles[3]  y alrededor de 2 zettabytes de tráfico global anual. El resultado es lo que se conoce como la ‘era de los Big Data’.

Con la llegada de este nuevo fenómeno al escenario tecnológico, muchas empresas han visto una oportunidad en el conocimiento de la valiosa información que permanece oculta entre la enorme cantidad de datos que se recolectan a cada instante.

Las empresas pueden crear valor con el análisis de Big Data[4]. Esto puede incluir una mejor utilización de los activos (desde el uso de los equipos informáticos hasta la disponibilidad de una sala de reuniones o de un puesto de trabajo), controlar el entorno físico (obtener información en tiempo real sobre la temperatura, la humedad y la concentración de gases, gestionar los sistemas de climatización e iluminación, etc.) y generar una gran cantidad de información, la cual se puede transmitir a un centro de datos en La Nube para su posterior análisis.

Dado que el análisis de Big Data requiere gran cantidad de espacio de almacenamiento, La Nube se está transformando en un nuevo paradigma que permite utilizar la infraestructura proporcionada por un proveedor como un servicio a través de la red desde cualquier lugar. Es una herramienta indispensable cuando se recogen gran cantidad de datos o se trabaja desde dispositivos móviles que no tienen capacidad de almacenamiento, al mismo tiempo que brinda acceso a servicios informáticos en forma eficiente, independientemente de los dispositivos que se utilizan o de su ubicación, siempre y cuando se disponga de un acceso a Internet.

El modelo en La Nube abarca servicios y aplicaciones muy variados, algunos ampliamente extendidos  tales como el correo electrónico y el almacenamiento de información. Además, ofrece a las empresas la posibilidad de delegar parte de las tareas de la gestión de los sistemas informáticos; el menor costo por el uso de estos sistemas junto con la posibilidad de ampliación o reducción de los recursos, permite una mayor flexibilidad frente a las necesidades variables del mercado.

Tecnología, cultura y trabajo

La evolución de la tecnología impactó en todos los ámbitos de la vida y la oficina no es la excepción. La posibilidad de acceder a Internet desde una amplia gama de dispositivos móviles, actualmente nos permite trabajar en cualquier momento y desde cualquier lugar. Esta posibilidad de contar con aplicaciones, datos y servicios corporativos en La Nube desde cualquier ubicación con conectividad  a Internet está redefiniendo el trabajo como una actividad móvil y flexible.

Hoy el trabajo va hacia donde estamos y ya no es necesario ‘atarse’ a un escritorio para desarrollar las tareas cotidianas. La idea de oficina como el lugar donde nos sentamos 8 horas al día está transformándose en un concepto adaptable y dinámico que proporciona una variedad de opciones orientadas a facilitar el encuentro y la colaboración entre las personas.

Estos nuevos ambientes de trabajo cuentan con un equipamiento tecnológico que permite que las personas tengan cada vez más control sobre sus tareas dondequiera que estén: desde consultar el correo electrónico y editar documentos hasta recibir información en tiempo real sobre la ocupación del espacio de trabajo y la disponibilidad de las salas de reuniones. Y cuando están en la oficina pueden regular la temperatura, la calidad de la iluminación y los sistemas de videoconferencias, proyectores, equipos de audio, etc.

Pero a medida que se masifica la producción y la tecnología se hace cada vez más accesible ha comenzado a evidenciarse una nueva tendencia: la consumerización de la tecnología. Se trata de un fenómeno que se ha convertido en rutina en la mayor parte de las oficinas: las nuevas tecnologías surgen primero en el mercado del consumidor y luego se propagan hacia las organizaciones, lo que provoca que el empleado promedio de hoy tenga mejor tecnología en su casa que en el trabajo.

El contraste ha crecido todavía más con la llegada de las primeras generaciones de nativos digitales al mercado laboral. Así, surge una tendencia que está ganando terreno rápidamente: Bring Your Own Device (BYOD por su sigla en inglés), que consiste en alentar a los empleados a utilizar sus propias computadoras portátiles, teléfonos móviles o tabletas personales en el lugar de trabajo. Con esta estrategia las empresas esperan que los trabajadores se sientan más cómodos  y sean más productivos.

Pero el camino no es fácil. Frente a este crecimiento exponencial de la tecnología que permea a todas las organizaciones se hace imprescindible el desarrollo de una cultura en la que la aceleración del cambio tecnológico sea el nuevo paradigma. Y para alcanzar el éxito será imprescindible entrenar, educar y formar a la gente que va a utilizarla.

DE LA INNOVACIÓN DISRUPTIVA AL DARWINISMO DIGITAL
Las transformaciones que hoy afrontan las organizaciones están ocurriendo mucho más rápidamente que nunca debido al acelerado desarrollo de la tecnología digital y a su íntima relación con los modelos de negocios. Los smartphones, la computación en La Nube, las redes sociales,  Internet de las Cosas y el análisis de Big Data se están imponiendo a un ritmo mucho más acelerado de lo que las organizaciones pueden seguir.

Este conjunto de cambios, también denominado ‘innovación disruptiva’, ha sido ampliamente estudiado y se ha observado que sigue ciertos patrones o leyes tecnológicas:

·      La Ley de Moore[5] expresa que la capacidad de los microprocesadores se duplica cada 18 meses. Su consecuencia directa es que los precios bajan al mismo tiempo que aumentan las prestaciones.

·           La Ley de los rendimientos acelerados. En el año 2001, Ray Kurzweil[6] extiende la Ley de Moore para incluir las tecnologías futuras y establece que, siempre que una tecnología alcance cierto tipo de barrera, se inventará otra nueva que permitirá cruzar esa barrera. Como consecuencia de esto se estima que, desde el punto de vista tecnológico, en los próximos 10 años progresaremos más que en los últimos 100.

·          La Ley de Gilder[7] predice que el ancho de banda se triplicará cada año y su ritmo de crecimiento se está acelerando.

·           La Ley de Metcalfe[8] establece que el valor de una red aumenta en relación al cuadrado del número de usuarios del sistema. Esta ley aplica a cualquier sistema que intercambie información.

·          La Ley de Martec[9] es otro de los fenómenos interesantes que se están observando. Enuncia que, a diferencia de las tecnologías de la información que crecen exponencialmente, las organizaciones (empresariales y políticas) lo hacen de forma logarítmica.

Del análisis de estas leyes se desprende que, si las organizaciones no se adaptan al ritmo del cambio la extinción será, eventualmente, inevitable. Es lo que algunos están dando en llamar un proceso de ‘darwinismo digital’.

 

 

LAS NUEVAS GENERACIONES
Se estima que para 2020 la llamada Generación Y (o Millennial), junto con la recién llegada Generación Z (o Centennial), constituirán el 60 por ciento de la fuerza laboral global.

Alentados por el desarrollo tecnológico y la llegada de estas nuevas generaciones, muchos paradigmas han comenzado a cambiar en la oficina y, a medida que los Millennials  comiencen a alcanzar posiciones de liderazgo, ese cambio se profundizará.

Con una vida cotidiana marcada desde el nacimiento por las nuevas tecnologías, estos jóvenes tienen una serie de demandas y aspiraciones muy diferentes de las de sus predecesores, por lo que las empresas deberán adoptar un nuevo enfoque para gestionar su talento. El espacio de trabajo, las políticas de recursos humanos y el estilo de liderazgo deberán adaptarse para coincidir con las expectativas de unas generaciones que, en muy poco tiempo, representarán más de la mitad de la población activa mundial.

En los nuevos entornos de trabajo, el uso de la tecnología –uno de los factores que definen a los Millennials y los Centennials– será la clave para impulsar la eficiencia y facilitar las actividades, mantener los proyectos en progreso, favorecer una comunicación rápida y permitir que los empleados socialicen. Así, las empresas pueden usar la tecnología para adaptarse a las expectativas de las nuevas generaciones, encontrar formas innovadoras para realizar sus operaciones diarias y mantener en contacto a la nueva fuerza laboral.

Fuentes:

BANK OF AMERICA MERRILL LYNCH (2016): “Thematic Investing: New Kids On The Block – Millennials & Centennials Primer”.  |  CDW (2015): “The App Roadmap: Mobile App Strategy for the Workplace”.

 

 

La transformación digital

A medida que la tecnología se convierte en una parte de la vida cotidiana, las organizaciones se ven obligadas a actualizar sus estrategias de negocios para no quedar en el camino. La respuesta para adaptarse a este nuevo escenario –que está cambiando no solo la forma en que las personas se conectan, se comunican y buscan información sino también la manera en que las empresas llegan a clientes y empleados– es la transformación digital.

Las investigaciones muestran que existen algunos factores que están acelerando esta transformación. Se trata de varias tecnologías disruptivas que convergen para conformar lo que Fred Wilson llama el Triángulo de oro de la disrupción’[10]: las aplicaciones en tiempo real, los medios de comunicación social y las tecnologías móviles.

  • Soluciones en tiempo real

Con el acceso a soluciones de análisis de Big Data cada vez más asequibles, actualmente existen herramientas que permiten responder a las demandas de clientes y empleados en tiempo real.

En los espacios de trabajo, por ejemplo, una red de sensores ubicados en el entorno físico permite recopilar información acerca del grado de ocupación, iluminación, temperatura, humedad y otros factores relevantes. A medida que se recibe la información, un sistema inteligente la evalúa y ajusta los parámetros en tiempo real ayudando a mantener el ambiente en niveles confortables y eficientes, a mejorar la utilización del espacio y a disminuir los costos de operación y mantenimiento.

  • Redes sociales

Desde la llegada de Facebook al escenario tecnológico, las redes sociales han alcanzado una popularidad sin precedentes. Esto ha concitado el interés de las empresas que han visto en ellas una oportunidad para la construcción de marca y para mejorar la comunicación con sus clientes y empleados.

Según Jody Nimetz[11], hay cinco acciones importantes que las empresas pueden desarrollar dentro de los medios de comunicación social: crear conciencia de marca, gestionar la reputación en línea, reclutar a los mejores talentos, aprender acerca de las nuevas tecnologías y de los competidores, y generar oportunidades de negocios.

Además, a fin de promover la colaboración dentro de la organización y proporcionar apoyo a las redes informales existentes, se han establecido las llamadas ‘redes sociales corporativas’, de gran ayuda para estimular la comunicación entre los usuarios.

  • Movilidad

Actualmente, los dispositivos móviles permiten realizar una enorme cantidad de actividades gracias a su conectividad a Internet. Un smartphone de hoy tiene más potencia de cálculo que un mainframe de los 70 que tenía el tamaño de una habitación[12]. Esto favoreció la consolidación de nuevos estilos de trabajo móvil transformando el concepto de la oficina tradicional; hoy, el trabajo se lleva a cabo donde sea que las personas estén.

Esto hace imprescindible que las empresas aumenten la inversión en infraestructura tecnológica y en herramientas de colaboración a fin de facilitar el acceso a los recursos corporativos de esta nueva fuerza laboral móvil, al mismo tiempo que la superficie de las oficinas disminuye.

 Referencias:

ACCOUNTANCY FUTURES ACADEMY (2013): “Digital Darwinism: thriving in the face of technology change”.

DOWNES, L. (2009): “The Laws of Disruption: Harnessing the New Forces that Govern Life and Business in the Digital Age”.

EVANS, D. (2011). “L’Internet des objets: Comment l’évolution actuelle d’Internet transforme-t-elle le monde?”. Cisco.

GRASSIE, W. (2007): “Human Creativity: Expanding Complexity and Evolutionary Discontinuities”.

HWANG, J. S. (2016): “The Fourth Industrial Revolution (Industry 4.0): Intelligent Manufacturing“. SMT Magazine.

KELLY, J. E. (2015): “Computing, cognition and the future of knowing“. IBM Corporation.

MCKINSEY GLOBAL INSTITUTE (2013): “Disruptive Technologies: Advances that Will Transform Life, Business, and the Global Economy”.

NIMETZ, J. (2007): “Jody Nimetz on Emerging Trends in B2B Social Networking“. Marketing Jive.

SOLIS, B., LI, C. & SZYMANSKI, J. (2013): “Digital Transformation”.

https://wearesocial.com/blog/2018/07/internet-growth-accelerates-but-facebook-ad-engagement-tumbles

http://www.gartner.com/newsroom/id/2699017

DESTACADOS

Hasta hace unos 200 años el desarrollo tecnológico progresó de manera lineal y local. Sin embargo, en los últimos tiempos esta evolución se ha vuelto global y exponencial.

La llegada de las TIC impulsó el desarrollo global y el avance de la automatización produciendo grandes cambios en la estructura económica, social y cultural de todo el planeta.

Dentro de poco, cada una de las cosas con las que habitualmente interactuamos estará enviando y recibiendo datos dentro de una inmensa red, ‘Internet de las Cosas’.

La idea de oficina como el lugar donde nos sentamos 8 horas al día está transformándose en un concepto adaptable y dinámico que proporciona una variedad de opciones.

Frente al crecimiento exponencial de la tecnología se hace imprescindible una cultura organizacional en la que la aceleración del cambio sea el nuevo paradigma.

A medida que la tecnología se convierte en una parte de la vida cotidiana, las organizaciones se ven obligadas a actualizar sus estrategias de negocios para no quedar en el camino.

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