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Burnout, qué es y cómo evitarlo

En la actualidad, el trabajo es el fundamento de la organización social, impone una estructura temporal a la vida y determina el lugar que ocupamos dentro de la comunidad[1].

Es el principal medio de subsistencia y una parte esencial de la experiencia vital que no soloproporciona recursos financieros sino también un propósito, una identidad y posibilidades de desarrollo personal, factores que promueven el bienestar y una actitud positiva. El trabajo es, junto con el afecto y los lazos sociales, una de las dimensiones más importantes del ser humano[2].

Sin embargo, las consecuencias económicas de la pandemia de COVID-19 han hecho que los arreglos y las condiciones laborales hayan cambiado considerablemente en todas partes del mundo, produciendo diversos efectos psicosociales sobre nuestra salud y bienestar. En una crisis como esta, es esperable que lleguemos a experimentar algún grado de agotamiento emocional y ansiedad, los cuales se han exacerbado por el hecho de que tampoco podemos contar con muchos de nuestros mecanismos habituales de afrontamiento (hacer deporte, reunirnos con familiares y amigos, asistir a espectáculos, etc.).

Lo cierto es que las personas somos flexibles y podemos habituarnos a circunstancias adversas pero, si estas se prolongan en el tiempo y nos vemos superados, se produce un desborde que puede ocasionar trastornos orgánicos y psicológicos que se traducen en un agotamiento físico y emocional capaz de generar consecuencias negativas también en el trabajo.

Pero el agotamiento laboral no es nuevo. Antes de la llegada del COVID-19 ya existía una gran preocupación por esta experienciarelacionada con el trabajo, tan común y extendida que hasta tiene nombre propio: Burnout. La presión para abordar este fenómeno se volvió tan intensa que, en mayo de 2019, la Organización Mundial de la Salud declaró el Burnout como un fenómeno ocupacional.

Hoy en día, con oficinas parcialmente abiertas y muchos de nosotros trabajando aún desde casa, puede resultar difícil mantenernos productivos y concentrados. La presión para seguir desempeñándonos bien en este nuevo escenario laboral y para cumplir, al mismo tiempo, con todas las demandas de la vida doméstica, el cuidado de los hijos o de algún familiar a cargo, puede llegar a ser muy intensa. Incluso, el hecho de estar solos y socialmente distanciados puede transformarse en una fuente importante de estrés y ansiedad. Toda esta amalgama de circunstancias le agrega un plus importante a las ya tradicionales causas del agotamiento laboral, y puede empujarnos gradualmente hacia el Burnout.

Comprendiendo el Burnout

El término Burnout –acuñado en 1974 por el psiquiatra Herbert Freudenberger– alude a la metáfora de arder o consumirse que evoca el término en inglés. Se aplica a quienes padecen la sensación de sentirse superados por las situaciones emocionalmente demandantes que deben enfrentar en el trabajo, las cuales les producen un estado de agotamiento físico, emocional y mental.

De acuerdo con la definición de Christina Maslach –psicóloga social y profesora de la Universidad de Berkeley, conocida por su investigación sobre Burnout ocupacional–, se trata de un síndrome psicológico que implica una respuesta prolongada al estrés crónico en el trabajo. Esto disminuye la voluntad de aprender y desarrollarse de los empleados ya que la mayor parte de su energía mental está enfocada en la supervivencia diaria, no en el desarrollo hacia el futuro.

Las tres dimensiones principales de esta respuesta son[3]:

  • El agotamiento (que forma parte de la respuesta individual al estrés) se refiere a la sensación de estar sobreexigido, carente de recursos emocionales y físicos, y sin ninguna estrategia para reponerse.
  • El cinismo es la respuesta interpersonal que conduce a una actitud negativa, insensible o apática hacia diversos aspectos del trabajo. Funciona como mecanismo de autoprotección y puede derivar en la indiferencia y la deshumanización.
  • La ineficacia compromete la autoevaluación produciendo sentimientos de incompetencia, carencia de logros y productividad laboral. Esta percepción puede estar exacerbada por falta de recursos, apoyo social y oportunidades para el desarrollo profesional.

Siguiendo con las investigaciones de Maslach, está claro que el Burnout se debe en gran medida a la naturaleza del trabajo más que a las características de cada empleado. Según esta autora, los aspectos más relevantes del clima organizacional que promueven un mayor riesgo para el desarrollo de este síndrome son los siguientes:

  • Sobrecarga de trabajo. El empleado siente que tiene demasiadas tareas y que no cuenta con suficiente tiempo ni recursos para realizarlas. Existe un claro desajuste entre las exigencias del trabajo y su capacidad para satisfacerlas.
  • Falta de control. El empleado siente que no se le permite usar su propio criterio o experiencia para tomar decisiones y que no cuenta con suficiente autonomía. Pero, en otros casos, esta sensación puede deberse a que la vida laboral se ha vuelto más caótica e incierta como ocurre, por ejemplo, en las actuales circunstancias derivada de la pandemia.
  • Recompensas Insuficientes. Se refiere a la creencia de que no se está siendo recompensado de manera adecuada. Sin embargo, en muchos casos, se trata más del reconocimiento por el trabajo realizado que de la retribución económica.
  • Fragmentación de la comunidad. La falta de apoyo, la hostilidad y la competencia excesiva pueden hacer que sea difícil resolver eventuales conflictos. Estas condiciones son un caldo de cultivo para el estrés y el
  • La percepción de que el lugar de trabajo es injusto e inequitativo es, probablemente, el mejor predictor de la aparicióndel cinismo.
  • Conflictos de valor. Cuando existe un conflicto entre los valores personales del trabajador y los de la empresa, es posible que las personas tengan que enfrentarse diariamente al dilema de actuar según lo que creen correcto o según lo que tienen que hacer.

La clave está en la cultura

La cultura organizacional define de qué manera los empleados experimentan el lugar de trabajo. Cuando una organización hace del bienestar una prioridad y proporciona los recursos adecuados para que los empleados vivan una vida laboral sana, significativa y productiva, con un buen equilibrio entre el trabajo y la vida personal; cuando se preocupa por que sus colaboradores trabajen una cantidad de horas razonable y puedan aprovechar los beneficios del trabajo por objetivos y la flexibilidad, esa organización está creando las condiciones para que su fuerza laboral prospere y se desarrolle.

Por otro lado, una cultura de comando y control en la que se espera que las expectativas de desempeño se cumplan a toda costa y bajo cualquier circunstancia, crea el escenario perfecto para que las personas se sientan agotadas, sin apoyo y subestimadas. Según una encuesta de Gallup[4], brindar autonomía permitiendo que cada uno pueda decidir cuándo, cómo y dónde realizar su tarea reduce en un 43 por ciento las probabilidades de experimentar Burnout. Sin embargo, si no hay reglas claras, demasiada autonomía puede causar confusión. Trabajar de forma remota, por ejemplo, puede resultar en expectativas poco claras, sensación de aislamiento y falta de compromiso.

La investigación también ha demostrado que el apoyo social en el trabajo produce una mayor satisfacción y productividad junto con menores tasas de Burnout. Después de todo, las relaciones sociales positivas con los colegas son el factor de bienestar y compromiso laboral más importante. Las organizaciones que fomentan la empatía y las relaciones solidarias, respetuosas y honestas conducen a un mejor desempeño.

De acuerdo con Maslach, el Burnout también puede entenderse como una erosión del compromiso con el trabajo que transforma la energía en agotamiento, la lealtad en cinismo y la eficacia en inacción. El compromiso es un estado positivo que debe ser apoyado por la cultura organizacional para favorecer el bienestar y la productividad de los empleados. Promover el compromiso puede ser una excelente receta contra este ubicuo síndrome.

El mejor antídoto

La detección, el aumento de los casos y la relevancia de los síntomas de Burnout han hecho crecer el interés de las organizaciones en este síndrome, a pesar de que, hasta hace muy poco, ni siquiera era considerado como una enfermedad asociada al trabajo.

La salud y el bienestar de las personas son imprescindibles para el éxito de una empresa y pueden verse influidas por el entorno laboral tanto positiva como negativamente. El trabajo puede constituir un objetivo de peso en la vida a la vez que estructura y llena de contenido nuestra jornada (esto lo pudimos comprobar en carne propia durante el aislamiento social que, en muchos casos, demandó esta pandemia). También nos brinda identidad, autoestima, apoyo social y recompensas materiales. Todo esto es posible si las exigencias laborales son óptimas (y no máximas), si a los trabajadores se les permite ejercer un grado razonable de autonomía y si la cultura organizacional es empática, respetuosa, flexible y positiva. De ser así, el trabajo puede ser el mejor antídoto contra el Burnout.

[1]       MÉDA, D. (2007): “Le travail: une valeur en voie de disparition“.

[2]       NEFFA, J.C. (2014): “Las relaciones entre la actividad física, el trabajo y la salud”.

[3]       MASLACH, C. (2006): “Understanding job Burnout”.

[4] GALLUP (2020): “Employee Burnout: Causes and Cures”.

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