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La oficina responsable

Tradicionalmente se ha definido la función de la empresa en relación con su capacidad para producir bienes y servicios con el objeto de obtener el máximo beneficio económico posible.

Sin embargo, este paradigma está cambiando y, en la actualidad, comienza a surgir una preocupación cada vez mayor por el impacto que las actividades comerciales tienen sobre el medio ambiente, la sociedad y las comunidades en las que operan. La empresa, como motor de cambio y crecimiento, no puede ser ajena a las necesidades de la comunidad.

Una empresa socialmente responsable es aquella que construye un proyecto sustentable a largo plazo aplicando un modelo de negocios que no solo es comercial y económicamente viable, sino que también se orienta a mejorar la sociedad y el medio ambiente.

Para la Organización Internacional del Trabajo, la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) es el conjunto de acciones que una compañía lleva a cabo para que sus actividades tengan repercusiones positivas sobre la sociedad en concordancia con los principios y valores por los que se rige, tanto en sus propios métodos y procesos internos como en su relación con los demás actores. La RSE es una iniciativa de carácter voluntario, es sistemática y guarda relación con el desarrollo sostenible[1].

La inversión en iniciativas inclusivas y sostenibles puede brindar excelentes oportunidades de progreso y bienestar compartidos. Y aunque la mayoría de las empresas que adoptan la RSE lo hacen movidas por convicciones éticas y morales, este compromiso también puede reportarles varios beneficios extra:  ayuda a promover una imagen de marca positiva frente a los clientes, mejora la lealtad y la satisfacción de los empleados e impulsa la retención y atracción de talentos cuyas convicciones personales  coinciden con las de la organización.

Sin embargo, debemos tener presente que los riesgos que afronta el planeta exigen cambios rápidos y sin precedentes para los cuales es preciso el compromiso y el esfuerzo de todos. Es nuestra mejor posibilidad para construir un futuro inclusivo, sostenible y resiliente, capaz de mejorar la vida de las personas en armonía con el medio ambiente.

Objetivos para transformar el mundo

A lo largo de los años se han propuesto una serie de objetivos globales para hacer de nuestro planeta un lugar más seguro, justo y sostenible. Entre ellos, los más conocidos son los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

En 2015, la Asamblea General de las Naciones Unidas estableció los ODS, los cuales deberían ser alcanzados hacia el año 2030. Comprenden 17 objetivos de carácter global –incluidos en una Resolución de la ONU llamada ‘Agenda 2030’[2]– que están interconectados y diseñados en el contexto de un plan destinado a lograr un futuro mejor y más sostenible para todos[3]. Abarcan una variedad de temas que van desde la eliminación de la pobreza y el combate contra el cambio climático, hasta la promoción de la educación, la igualdad de la mujer, la defensa del medio ambiente y el diseño de nuestras ciudades.

Los ODS se desarrollaron para suceder a los ODM que, aunque solo contaban con 8 objetivos, también buscaban lograr un gran progreso en el desarrollo sostenible con un enfoque muy amplio.

Pero, lo cierto es que para alcanzar estos objetivos se necesita una amplia colaboración no solo entre los organismos internacionales y los gobiernos, sino también con el sector privado. Estas acciones involucran a las personas, la sociedad civil, las empresas, los círculos académicos y todas las partes interesadas en generar un movimiento que impulse las transformaciones necesarias para prevenir los desastres por eventos naturales extremos, así como la mitigación y adaptación al cambio climático.

Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible incluyen: (1) Erradicación de la pobreza, (2) Hambre cero, (3) Salud y bienestar, (4) Educación de calidad, (5) Igualdad de género, (6) Agua limpia y saneamiento, (7) Energía asequible y no contaminante, (8) Trabajo decente y crecimiento económico, (9) Industria, innovación e infraestructura, (10) Reducción de la desigualdades, (11) Ciudades y comunidades sostenibles, (12) Producción y consumo responsables, (13) Acción por el clima, (14) Vida submarina, (15) Vida de ecosistemas terrestres, (16) Paz, justicia e instituciones sólidas, (17) Alianzas para los objetivos.

Cómo aportamos nuestro grano de arena

La RSE se divide tradicionalmente en cuatro categorías, ambiental, filantrópica, ética y económica, en cada una de las cuales podemos hacer un aporte en sintonía con los ODS para tener una oficina más responsable.

1 Responsabilidad ambiental. Se refiere a la oportunidad para que las organizaciones se desempeñen de la manera más respetuosa posible con el medio ambiente. Es una de las formas más extendidas de RSE y se enfoca en la optimización de la operación y el apoyo a causas relacionadas. Puede incluir iniciativas tales como:

  • Adoptar formas de consumo y producción sostenibles. El objetivo es hacer más y mejores cosas con menos recursos al mismo tiempo que incrementamos el bienestar y la calidad de vida de las personas y reducimos la degradación y la contaminación del ambiente.
  • Regular el consumo de energía. Los edificios residenciales y comerciales consumen más de la mitad de la electricidad en todo el mundo. La refrigeración es la prestación que registra el mayor crecimiento y se espera que, en 2050, las emisiones debidas a su utilización aumenten un 90 por ciento con respecto a los niveles de 2017. Por este motivo es necesario moderar el uso de la electricidad en las oficinas aumentando la utilización de energías renovables, optimizando los sistemas de iluminación y aire acondicionado y mejorando la aislación térmica del edificio.
  • Reducir prácticas nocivas tales como la contaminación, las emisiones de gases de efecto invernadero, el uso de plásticos de un solo uso, el consumo excesivo de agua y la producción de desechos en general.
  • Promover el reciclaje y la reutilización. Si no se puede evitar el desecho, el reciclaje permite ahorrar recursos de manera sustancial. Por ejemplo, por cada tonelada de papel reciclado se pueden salvar 17 árboles y un 50 por ciento de agua. El reciclaje y la reutilización de los dispositivos electrónicos también constituyen buenas prácticas que deben aumentar a un ritmo mucho mayor que el actual.
  • Reducir el transporte. En la mayoría de los países desarrollados el transporte personal depende casi por completo de los combustibles fósiles; es el que produce más emisiones y el que deja mayor huella de carbono. Sin embargo, disponemos de alternativas más amigables. Promover las caminatas, el uso de la bicicleta y hacer teletrabajo desde la casa o desde terceros espacios cercanos al lugar de residencia ayudan a reducir los traslados, la contaminación del aire y las emisiones de gases de efecto invernadero.

2 Responsabilidad ética. Las organizaciones que adoptan la responsabilidad ética tienen como objetivo practicar un trato justo con empleados, proveedores y clientes. Puede incluir iniciativas tales como:

  • Ofrecer un salario justo. Según la OIT, se ha demostrado que ofrecer un salario justo puede aportar beneficios tanto a los empleados como a los empleadores. Motiva el personal a trabajar más y mejor, y contribuye a crear un buen clima laboral y una mayor productividad.
  • Defender los principios del comercio justo. Utilizar productos, ingredientes, materiales o componentes que se obtengan de acuerdo con los estándares de libre comercio y asegurarse de que no provienen del trabajo esclavo o la explotación infantil.
  • Brindar un trato equitativo a todos los empleados, clientes y proveedores independientemente de su edad, raza, cultura, religión, género u orientación sexual. En un ambiente de trabajo inclusivo las personas sienten que su contribución es importante más allá de su identidad o sus circunstancias. El trato equitativo implica que la empresa valora la diferencia de sus empleados permitiendo que todos, sin distinción alguna, tengan la oportunidad de desarrollarse.
  • Favorecer la igualdad de género. Para ello es necesario evitar los estereotipos y los sesgos de género en las decisiones sobre la contratación, la promoción y la asignación de proyectos para que todo el plantel pueda contar con las mismas oportunidades. Crear salas de lactancia, brindar flexibilidad, promover el balance entre la vida laboral y familiar y extender la licencia por paternidad son otras iniciativas que se pueden implementar.
  • Promover el bienestar y una vida sana para todos los integrantes de la empresa. Unas condiciones laborales pobres, tanto en el ambiente físico como psicosocial, tienen un impacto negativo que se puede extender más allá del bienestar de los propios trabajadores, impactando sobre el resultado de las propias organizaciones.

El diseño de la oficina ofrece una herramienta muy poderosa para ayudar a las personas a sentirse cómodas en los lugares donde trabajan, más saludables, sin estrés y, por ende, más productivas.

3 Responsabilidad filantrópica. Se refiere al objetivo de hacer del mundo y la sociedad un lugar mejor. Algunas empresas hacen donaciones a entidades benéficas y sin fines de lucro que se alinean  con la misión de su negocio. Otras pueden crear su propia fundación benéfica para contribuir y tener un impacto positivo en la sociedad. Las posibilidades también incluyen donaciones, participación en iniciativas comunitarias y apoyo al voluntariado de los empleados.

4 Responsabilidad económica. Es la práctica de aquellas empresas que respaldan todas sus decisiones financieras para cumplir con su compromiso en las áreas enumeradas anteriormente. El objetivo final no es simplemente maximizar las ganancias, sino asegurarse de que las operaciones comerciales tengan un impacto positivo en el medio ambiente, las personas y la sociedad.

[1]       https://www.ilo.org

[2]       UNITED NATIONS (2015): “Resolution adopted by the General Assembly on 25 September 2015, Transforming our world: the 2030 Agenda for Sustainable Development”.

[3]       UNITED NATIONS (2017): “Resolution adopted by the general assembly on 6 july 2017, work of the statistical commission pertaining to the 2030 Agenda for Sustainable Development”.

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